La Vito de esta última generación es una furgoneta de extremos. Lo es porque puede alcanzar un nivel de refinamiento en sus versiones más equipadas fuera del alcance del grueso de la competencia, pero también podemos descubrir versiones con un carácter tan austero en algunos elementos del equipamiento, que será difícil de encontrar algo similar en otras marcas. En este último grupo se encuadra nuestra protagonista de hoy.

Podríamos decir que el linaje de la "familia Vito" lo determina el sistema de tracción. Las versiones de propulsión y 4x4 serían los patricios de la gama, con un catálogo interminable de posibilidades de personalización, mientras que en las Vito con tracción delantera asumirían el papel de los nuevos plebeyos aunque, eso sí, con más privilegios que en la antigua Roma. El cuadro de instrumentos es el primer elemento que dirime quién es quién, aunque el más sencillo de esta 110 brilla por simplicidad y claridad de la información que brinda.

En el plano de las motorizaciones ocurre lo mismo; los 102 cv que entrega la versión menos potente del grupo motriz más modesto (OM622) es patrimonio exclusivo de las Vito de tracción, mientras que las de propulsión y 4x4 cuentan ya con el nuevo dos litros (1.950 cm3) de 163 y 190 cv. La única mecánica que está disponible en ambas familias es la variante de 136 cv del OM622 (1.749 cm3), aunque en este caso la diferencia la establece el cambio automático, no disponible para la plebe.

Pero como nos encontramos en el siglo XXI, bastante alejados de aquellos tiempos, las versiones básicas sí que tienen posibilidad de incrementar su equipamiento de manera significativa, aunque la virtud de su competitivo precio y razón de ser se irá diluyendo en cada accesorio que incorporemos.

El catálogo de opcionales resuelve la mayor parte de las "pegas" que podemos encontrar en nuestra unidad, que no cuenta ni con regulación manual de los espejos, ni control de velocidad, ni con buenos espacios para el almacenaje de objetos, especialmente desaprovechadas las amplias bandejas incorporados en el salpicadero (sin tapa), puesto que cualquier documento que allí se coloca refleja cuando hay exceso de luz. La zona para el tercer tripulante también se ve comprometida por la invasión de la palanca de cambios, pero aún y con eso, nuestra unidad es un referente indiscutible.

Lo es porque la hegemonía del plástico de calidad en salpicadero, guarnecidos, mandos y volante se corresponde con un ajuste exquisito. Uno tiene la sensación de que la mayor parte de los elementos que encontramos en la cabina perdurará en el tiempo tanto como las termas romanas lo han hecho durante siglos. Esta Vito está pensada para el trabajo duro y el trasiego constante, y para esta función es, hoy por hoy, una herramienta imprescindible e insuperable en su segmento.

Es difícil también mejorar en el apartado motor. Pueden parecer pocos 102 cv, pero el músculo de esta furgoneta lo marca el régimen en el que hacen acto de presencia los 270 Nm de par motor máximo, nada menos que a partir de 1.500 rpm, y hasta las 2.500. Con estos números, si su hábitat de trabajo no incluye rutas especialmente duras, y circular a plena carga tampoco es una constante, esta versión permitirá a su usuario obtener consumos claramente por debajo de los homologados por la marca.

Para finalizar, el compartimento de carga es otro de los apartados cuidados en esta variante, sacrificando incluso volumen de cabina en pos de una mayor capacidad de carga. La mampara de seguridad se retuerce en su parte superior tratando de buscar un equilibrio para el óptimo acomodo de pasajeros y mercancías, mientras que su zona inferior la dedica por completo a éstas, aprovechando el hueco de los asientos para admitir objetos de mayor longitud.