Es sin lugar a dudas una auténtica rara avis en el mundo de los camiones: se trata de la tercera versión del "primer camión del mundo" (1.896) y que por supuesto forma parte de la colección de clásicos de Mercedes-Benz Trucks.

Nos situamos en 1.899. El protagonista: un camión con transmisión por cardán construido por Daimler-Motoren-Gesellschaft, que empleaba gasolina de farmacia como combustible (había sido "puesto en marcha" inicialmente tres años antes en Cannstatt (Stuttgart).

Según la anotación realizada en el "Libro de entregas" del 11 de marzo de 1899, el camión cardán Daimler de 1899 fue entregado a la "Fábrica Municipal de Aguas de Stuttgart", donde prestó leal servicio entre 1899 y 1923. Una foto tomada en el paso subterráneo cercano a la estación de ferrocarril de Cannstatt nos transporta al transporte de aquella época: cabina abierta para el conductor y un ayudante que se "encarga de la carga", o en este caso de cortar tubos y roscas. En aquella época las tuberías de agua en su mayoría eran de metal.

El primer automóvil de la historia había visto la luz trece años atrás, y no eran fáciles de encontrar en las carreteras de la época. Se seguían utilizando carruajes tirados por caballos para transportar personas y mercancías, sobre todo en las ciudades. El transporte de mercancías a larga distancia se realizaba por ferrocarril o barco.

Después de 24 años, Stuttgart Water Works (la mencionada "Fábrica Municipal de Aguas de Stuttgart") sustituyó el camión por un modelo más reciente y lo devolvió a Daimler-Motoren-Gesellschaft en 1923, donde ya pasó a formar parte de la colección del museo. Al intensificarse los bombardeos en Untertürkheim en 1944, parte de la colección del museo se trasladó a Dresde.

Durante la posterior ocupación de Alemania y los años previos a la reunificación, fracasaron todos los intentos de devolver el vehículo a Stuttgart. No fue hasta la caída del Muro de Berlín en 1989 cuando Daimler-Benz AG, como se conocía entonces, consiguió llegar a un acuerdo con el Estado Libre de Sajonia en 1991, tras dos años de negociaciones, para devolver al museo, después de 63 años, 16 vehículos históricos, entre ellos el camión cardán Daimler de 1899. En el marco de la escisión de Daimler Truck AG, el vehículo pasó a formar parte del inventario de Mercedes-Benz Trucks Classic, donde desde entonces se custodia y cuida de forma segura.

Visualmente, el camión cardán Daimler de 1899 se asemeja a un coche de caballos sin "pértiga", esencialmente una gran compuerta elevadora sobre ruedas de madera con motor de combustión. Sólo tres años después de la entrega del primer camión, su tecnología ya se había desarrollado considerablemente y aún hoy sigue siendo relevante en sus características básicas.

A diferencia de los primeros y segundos camiones motorizados, la transmisión del camión cardán Daimler de 1899 ya no se instalaba en la parte trasera o en el bastidor del vehículo, debajo de la cabina, ya que resultaba poco práctico cuando se cargaba por detrás. En su lugar, se colocó en la parte delantera del vehículo, sobre el eje delantero. La dirección del camión se realizaba ahora mediante un engranaje de dirección en lugar de cadenas. La transmisión de potencia mediante piñones en la rueda anticipó el moderno eje reductor de cubo planetario.

Entre las características más avanzadas para 1899 se incluyen la refrigeración eficaz del motor mediante un radiador tubular y frenos que actúan sobre ambas ruedas traseras, así como sobre la caja reductora. Los frenos únicamente en el eje trasero seguirían siendo habituales durante muchos años.

En el folleto de ventas de la época, el camión cardán Daimler de 1899 se ofrecía con "motor de 2 o 4 cilindros" y ahora también con "encendido eléctrico". El "encendido por tubo caliente" convencional, que se encendía con virutas de madera, tenía a menudo el efecto secundario de ennegrecer la cara del conductor, impidiendo así la visibilidad.

La potencia de estos vehículos comerciales y de reparto oscilaba entre 4, 6, 8, 10 ó 12 cv. Las capacidades de carga útil de los vehículos eran de 1.550, 2.500, 3.750 ó 5.000 kg. "Las ruedas llevan neumáticos de hierro", rezaba la descripción. Sobre los adoquines habituales en la época, el ruido era enorme.

De la suspensión no tenemos noticias, ni de los tiempos de conducción y descanso que se manejaban en aquellos tiempos con el objeto de que el conductor (y su espalda) estuvieran operativos para la siguiente jornada de trabajo. Así era el transporte hace 125 años, ¿cómo será dentro de otros 125?