En el eterno debate sobre presente y futuro, hacer las cosas “como las hemos hecho siempre” o cambiar y avanzar hacia el futuro, siempre aparece la barrera de la incertidumbre: ¿Y si no sale bien? 

En mi devenir profesional no es la primera vez -ni será la última- que escucho una pregunta así. Lamentablemente, no existe una bola de cristal que nos asegure que todo lo que hacemos saldrá exactamente como queremos. Nadie puede predecir el futuro.

El Maestro Yoda dijo “Difícil de ver es. Siempre en movimiento el futuro está".

Pocas frases resumen con más acierto la influencia de la tecnología en el transporte. Por supuesto, una alternativa es no hacer nada, pero ¿y si no haces nada mientras todos lo demás lo hacen y mejoran?

Hace poco, comentando un interesante artículo acerca de la reticencia de las empresas de transporte a la digitalización, Carlos Zubialde nos daba la que, para él, es la principal dificultad: el miedo al cambio. Sin duda, está es una de las claves.

El debate no solo afecta a las empresas de transporte. En ocasiones, también algunos cargadores ven la digitalización como un “coste”, y no como una inversión para ganar eficiencia, mejorar costes y aumentar su nivel de servicio e información a cliente.

Unos días después tuve ocasión de leer otro artículo, en este caso soporífero y bastante ininteligible, que hablaba sobre el futuro del transporte a través de la tecnología. Era muy largo, estaba repleto de palabras de moda -palancas, resiliencia, disrupción- y me provocó una creciente sensación de incomodidad, que me hizo preguntarme lo siguiente: ¿No será que la digitalización falla porque, simplemente, no se explican bien las cosas?

Y esa pregunta me llevó al núcleo de esta Píldora: quizá el problema, el porqué de la reticencia de muchos al avance de la digitalización sea, simplemente, la falta de didáctica.

La digitalización supone cambiar cosas y, por supuesto, cambiar para mejorar.

En una divertidísima serie dos amigos hablan del miedo a lo nuevo cuando ella dice: “Supongo que lo único que realmente permanece igual es que las cosas siempre cambian”.

Lo queramos o no, las cosas cambian. Y si no estás en el cambio, muy pronto te quedas atrás y tus competidores son mejores que tú. La historia está repleta de ejemplos.

Es importante recordar que la digitalización no es un proceso que instalas y funciona en cuanto haces “click”. Antes de eso, hay mucho trabajo por hacer. La implicación ante un proyecto estratégico como este, será clave.

La digitalización no va de querer hacer las cosas de forma diferente, sino de “hacer” las cosas diferente para mejorar y obtener ventajas competitivas.

Los profesionales debemos hacer un esfuerzo y explicar de manera didáctica cuál es el camino que hay que recorrer, los recursos necesarios, el tiempo y coste del proyecto, y que beneficios se obtendrán. Entre ellos: hacer más cosas en menos tiempo, tener visibilidad de tus operaciones y procesos, trabajar con transparencia y tener control de la información para poder tomar las decisiones correctas.

Y los receptores de la solución deben hacer las preguntas adecuadas para obtener las respuestas que necesitan y, muy importante, comprometerse. Hay que mirar lejos, hacer el trabajo necesario y estar preparado para lidiar con las dificultades que puedan surgir, teniendo siempre claro el objetivo: la digitalización te ayudará a ser mejor. Así de sencillo.

Tip de hoy: cuando lo veas todo complicado, simplifica.