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Bruselas da un respiro provisional al transporte pesado por carretera

Ramón Valdivia, vicepresidente ejecutivo de Astic, explica en su artículo por qué es una "victoria histórica" que se haya excluido a los camiones de los mandatos obligatorios de compra de vehículos eléctricos.

Publicado: 18/12/2025 ·12:45
Actualizado: 18/12/2025 · 12:46
  • Para Valdivia,

Hace escasos días, la Comisión Europea ha presentado su Paquete Automovilístico, un abanico de medidas que pretende guiar la transición energética del transporte, combinando la reducción de emisiones con la competitividad industrial. Para las empresas de transporte por carretera lo más relevante es que no habrá obligación inmediata de comprar vehículos pesados (HDVs) -camiones y autobuses- cero emisiones, entendiendo como tales aquellos propulsados por electricidad e hidrógeno.

El planteamiento inicial de la propuesta ‘Greening Corporate Fleets’ (ecologización de flotas corporativas) contemplaba mandatos obligatorios de compra de vehículos "verdes". Sin embargo, la versión final excluye explícitamente a los HDVs, gracias a la presión coordinada de nuestro sector. Este logro se ha conseguido a través de un trabajo de lobby conjunto desde IRU Bruselas, con el apoyo activo de nuestra asociación y de miles de empresas que firmaron el comunicado “Yes to Greening, No to Mandates”, culminando en una carta dirigida a la presidenta Ursula von der Leyen. La lección es evidente: cuando el sector habla con una sola voz, se le escucha.

Eso sí, la propuesta de la Comisión deja abierta la puerta a revisar la exclusión de los mandatos de compra a camiones cero emisiones en la revisión de los estándares de CO2

Podemos calificarlo como una victoria histórica para el transporte profesional. Eso sí, no es un cheque en blanco: la propuesta deja abierta la puerta a revisar la exclusión de HDVs en la revisión de los estándares de CO2, y, además, durante la tramitación en Parlamento y Consejo podrían surgir intentos de introducir obligaciones indirectas o nuevas imposiciones disfrazadas antes de que se convierta en ley o normativa vinculante para los Estados miembros.

El resultado del martes es, a la vez, un avance y una llamada a la prudencia: se ha ganado una batalla relevante, pero la contienda regulatoria sigue abierta. La exclusión de los vehículos pesados protege hoy al transporte de mercancías y de viajeros, aporta mayor certidumbre para planificar inversiones y evita costes innecesarios, siempre que el sector mantenga la unidad y la vigilancia ante futuras revisiones normativas.

La situación de los vehículos ligeros es más compleja. La Comisión evita cuotas de compra directas y traslada los objetivos a los países del Club de los 27. Suena flexible, pero los objetivos son tan ambiciosos que podrían convertirse en mandatos de facto. Desde 2028, los Estados no podrán apoyar financieramente coches y furgonetas que no sean de bajas emisiones fabricados en la UE.

El paquete del automóvil de la UE no es una salvación para la industria, sino más bien un ajuste político. Lo que inicialmente planteaba un horizonte de cero emisiones para todos los vehículos en 2035 se ha rebajado a una reducción del 90% de CO2 respecto a 2021. El 10% restante de emisiones se puede compensar mediante un sistema de "créditos", pero su alcance es muy limitado: por ejemplo, los biocombustibles de primera generación solo pueden aportar hasta un 3%, quedando excluidos del resto del mecanismo de compensación.

En la práctica, esto significa que una parte significativa del sector, que actualmente contribuye de manera efectiva a reducir las emisiones en carretera, no se beneficia de esta flexibilidad. Además, el sistema se centra únicamente en la intensidad de emisiones de los combustibles, sin reconocer de manera clara el papel real de los biocombustibles en la descarbonización de la flota, más allá de ese porcentaje tan limitado. Un diseño que contradice, en buena medida, el principio de neutralidad tecnológica que la Comisión dice defender. Sin duda, este es un tema que merece una tribuna de opinión por sí mismo, porque revela las limitaciones y contradicciones de la estrategia europea frente a la transición energética del transporte.

Este paquete ómnibus deja claras dos enseñanzas fundamentales: la transición energética es posible sin recurrir a medidas ideológicas que ignoren la realidad del transporte profesional; y la coordinación y la presión del sector dan resultados, siempre que las empresas se mantengan unidas y vigilantes.

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