Es impresionante la desfachatez y poca vergüenza con la que actúan algunos cargadores. El ejemplo lo tenemos en Ence Energía y Celulosa, una empresa que cotiza en bolsa y que ha comunicado a las empresas de transporte que le prestan servicio la obligación de adaptar sus vehículos para transportar 44 toneladas y, a su vez, la bajada del precio por tonelada del 8% de media.
Del “win to win” que prometían en Aecoc con el aumento de masas y dimensiones, es decir que iba a ser ventajoso tanto para el transportista como para el cargador, compartiendo beneficios, nos hemos topado con la cruda realidad, esto es, un amaño para el exclusivo beneficio del cargador.
Algunos transportistas crédulos, que cobran a sus clientes por toneladas transportadas, estaban convencidos de que con las 44 toneladas ambos resultarían favorecidos. El transportista al transportar más toneladas cobrándolas al mismo precio y el cargador porque tendrá que contratar menos viajes para el mismo tonelaje.
No solo se le exige al transportista un vehículo capaz para transportar 44 toneladas, sino que además se le impone una reducción en el precio
Otros transportistas, algo menos optimistas, creían que resultaría beneficioso, porque se compartiría la ganancia, es decir, se subiría el precio del transporte para compensar el mayor consumo, desgaste y mantenimiento del vehículo y un porcentaje adicional por mejora de la productividad pero que en conjunto el precio le resultase atractivo también al cargador.
Ambos casos son ejemplos del “win to win”.
Pues, ni unos ni otros, a la vista del ejemplo comentado, han acertado. Pero es que se ha ido más allá. No solo se le exige al transportista un vehículo capaz para transportar 44 toneladas lo que implicará una adaptación del vehículo más o menos complicada, según los casos y, en el peor, un vehículo nuevo, sino que además se le impone una reducción en el precio.
Pero ¿con qué clase de golfos tiene que bregar el transportista para sacar su pequeño negocio adelante?
Y, a todo esto, algunas voces del sector del transporte dicen que tenemos que estar al lado de los cargadores, porque en las circunstancias actuales, en las que la escasez de conductores empieza a ser un problema grave para todos, pueden presionar también para solucionarlo con medidas tan irreales como la ampliación de la jornada.
En todos los años que llevo defendiendo los intereses de los transportistas, jamás he visto que una medida que les pueda favorecer sea apoyada por los cargadores.
Como ejemplos podría poner muchísimos, pero solo citaré los últimos: ¿Creen ustedes que el denominado ejercicio de la acción directa, la cláusula de adecuación del precio del transporte al precio del combustible, el pago de las paralizaciones, la prohibición de la carga y descarga, etc. se han sacado adelante con el apoyo de los cargadores? Pues eso, que diría Sánchez.
Lo que ha ocurrido realmente es que para poder obtener de la Administración estas regulaciones que protegen al transportista frente a los abusos, el sector ha tenido que pagar un peaje: el incremento de pesos y dimensiones y ahora, se lo están cobrando.
En vista de ello, ahora tendremos que luchar para que la imposición de precios a la parte más débil del contrato, el transportista, tenga severas consecuencias para el cargador. Ya veremos cómo lo hacemos, pero la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, puede ser el camino.