Multimodal | El transporte marítimo de contenedores se enfrenta a un futuro "incierto"

Las previsiones para el próximo año alertan de un desplome de cerca del 64 % del beneficio operativo.

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Los expertos coinciden en que el sector marítimo ha tocado techo este año.

La rápida caída de la demanda y de los fletes en los últimos meses empujan a la industria del transporte marítimo de contenedores a un futuro incierto, pese a que el "boom" registrado tras el estallido de la pandemia aún le permitirá cerrar 2022 con un beneficio operativo récord de más de 282.000 millones de euros, según analiza la agencia Efe.

Las previsiones para el próximo año de la consultora especializada Drewry alertan de un desplome de cerca del 64 % del beneficio operativo (antes de impuestos e intereses) respecto a este ejercicio, hasta superar ligeramente los 100.000 millones de euros, aunque esta cifra está muy expuesta a variaciones debido a la inestable coyuntura económica a nivel internacional.

Drewry cree que las principales razones del "efecto rebote" que sufre el sector es el rápido deterioro de la demanda y el descenso de las tarifas

En esta línea, el ejecutivo de Drewry, Simon Heaney, cita en una entrevista con Efe las principales razones detrás de este "efecto rebote" que sufre el sector: El rápido deterioro de la demanda y el descenso de las tarifas. Pese a que resulta complicado predecir cómo se comportará durante los próximos años un sector que históricamente ha demostrado ser inestable, los expertos coinciden en que ha tocado techo, tras unos años de crecimiento récord.

Heaney explica que el sector se vio beneficiado en los últimos años por los problemas en la cadena de suministro tras el estallido de la pandemia en el arranque de 2020, la congestión de los principales puertos y el aumento de la demanda, lo que le ha permitido acumular unos beneficios "asombrosos", que en los próximos años tenderán a normalizarán.

Pese a ello, que el aterrizaje del sector sea "brusco" o "suave", advierte Heaney, dependerá del alcance de la caída de la demanda y del comportamiento de los principales operadores del sector a la hora de enfrentarse a la falta de capacidad, así como de las decisiones empresariales que tomen.

Fletes en caída libre

El principal reflejo de la ralentización del sector se encuentra en el precio de los fletes, las tarifas que se pagan a los operadores por transportar cada contenedor, y que desde principios de año registra una caída prolongada provocada por la elevada inflación que afecta a gran parte del planeta.

Así, el último índice compuesto mundial de contenedores de Drewry (un indicador se elabora con las tarifas del flete de los contenedores de ocho rutas comerciales que unen Asia con Europa y EE.UU.) se situó en 3.688 dólares (3.788 euros) por contenedor, lo que supone cerrar su trigésimo segunda semana consecutiva a la baja y marcar un precio un 64 % inferior al de hace un año.

Asimismo, se sitúa muy lejos del récord histórico de 10.377 dólares (10.662 euros) por contenedor registrado en septiembre de 2021, aunque crece más del doble respecto a la media de 2019, antes de que estallara la pandemia, cuando se pagaba en torno a 1.420 dólares (1.460 euros).

Drewry prevé que los fletes seguirán cayendo en las próximas semanas, un pronóstico que comparte el grupo asegurador Allianz, que en un informe sitúa en 4.550 dolares (4.675 euros) el precio medio de los fletes para 2023, debido a factores como el retraso en la entrega de nuevos cargueros, nuevos factores de sostenibilidad, la escasez de camioneros profesionales y los altos precios del combustible.

Uno de los gigantes del sector, la naviera danesa Maersk, también ha alertado en el informe de sus resultados del primer semestre del año de la progresiva caída de las tarifas durante el segundo trimestre del año, tras los máximos registrados en 2021.

Aunque los descensos son generalizados en todas las grandes rutas internacioanles, las que más están sufriendo son las conexiones transpacíficas (Estados Unidos-China) y las que conectan Asia con Europa, mientras que los principales cuellos de botella se concentran mayoritariamente en Norteamérica.

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