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| El (difícil) arte de innovar | -

El autor reclama respaldo institucional para que el sector del transporte gane "músculo" empresarial.

El (difícil) arte de innovar
El (difícil) arte de innovar

“Si eres innovador, ya no conducirás solo”. Así de tajante se ha mostrado recientemente nuestra secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera. Y razón no le falta. En un entorno tan complejo, exigente, globalizado, cambiante y envuelto en incertidumbre como el actual, gran parte del futuro de cualquier empresa depende de su capacidad de innovar. No solo de innovar una única vez y vivir de ello el resto de su proyecto empresarial o innovar para superar una crisis.

Hoy el reto es innovar de forma sostenida y sistemática; convertir la innovación en uno de los rasgos característicos de su cultura empresarial. Michael Porter, gurú en estrategia empresarial y profesor de la Universidad de Harvard, lo tiene claro: “La innovación es la ventaja competitiva del siglo XXI”. Pero innovar no es fácil; se tienen que crear las condiciones necesarias para compaginar la gestión operativa (explotar eficientemente el presente para incrementar la rentabilidad actual) con la gestión innovadora (explorar nuevas oportunidades para generar una rentabilidad futura).

A las empresas transportistas de nuestro país se les exige continuamente que sean más eficientes, más digitales y más sostenibles. Desde hace años, muchos operadores de transporte buscan ahorrar combustible, mayor eficiencia energética o simplemente ofrecer un mejor servicio a sus clientes a través de tecnologías como la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas o el Blockchain. También haciendo uso de sensores y sistemas de GPS que ayudan a optimizar el control de la flota, la planificación de rutas, los reportes de conducción, los controles de mantenimiento o la trazabilidad de la carga en tiempo real. Algunas de estas innovaciones tienen como objetivo mejorar la eficiencia de los procesos internos para conseguir un mejor rendimiento de las operaciones (más con menos coste) y otras se centran más en mejorar la experiencia de sus clientes.

El transporte de mercancías por carretera en un sector tremendamente dinámico y en constante evolución. Hace una década hubiera sido impensable un sistema de relevo de camiones por toda Europa basado en Inteligencia Artificial y Big Data y hoy día ya es una realidad gracias, precisamente, a uno de nuestros miembros más jóvenes. Una startup española que este año prevé facturar 30 millones de euros gracias a clientes como Amazon, Inditex, Seur, Nike o DHL. ¿Qué encontramos detrás de este éxito empresarial?

Desde luego una idea sobresaliente e INNOVADORA que resuelve problemas reales del sector como mejorar las condiciones de trabajo del transportista (todos duermen en su casa), reducir los tiempos de entrega de la carga, incrementar la seguridad de la misma (y la del conductor) ya que los relevos se llevan a cabo en lugares de intercambio vigilado y reducir el impacto ambiental. Además de una idea disruptiva, también encontramos un modelo de negocio muy acertado, un equipo brillante y muchísimas horas de trabajo.

Nuestro sector desgraciadamente adolece de una excesiva fragmentación con más de 103.000 empresas dedicadas al transporte terrestre de mercancías en nuestro país, de las que la mitad tiene un solo vehículo y el 80%, menos de cinco

Pero se nos olvida algo imprescindible para conseguir que una idea rompedora como ésta consiga desarrollarse y no digamos ya, despegar internacionalmente: la dimensión empresarial necesaria para acometer grandes inversiones. Y este “músculo” empresarial solo puedo lograrse con respaldo institucional y financiación, es decir, políticas públicas de apoyo como incentivos tributarios, líneas de crédito especiales o subvenciones (entiendo que la reciente Ley Crea y Crece va en esta dirección al facilitar la burocracia para crear una S.L.) y el “empujón” de grandes inversores o business angels que decidan entrar en el capital de estas innovadoras empresas.

Nuestro sector desgraciadamente adolece de una excesiva fragmentación con más de 103.000 empresas dedicadas al transporte terrestre de mercancías en nuestro país, de las que la mitad tiene un solo vehículo y el 80%, menos de cinco. Una atomización que dificulta enormemente retos como la innovación.

Para poder innovar hace falta tener un cierto tamaño empresarial y recursos humanos y financieros, lo que lamentablemente representan la excepción en nuestro sector. Un sector que necesita imperiosamente ganar tamaño. Algo para lo que necesitamos la implicación de las Administraciones -central y autonómicas- con medidas fiscales y laborales y un marco de seguridad jurídica que elimine los obstáculos que limitan -y, en ocasiones, penalizan- el crecimiento empresarial. Solo con un tejido empresarial dimensionado la innovación podrá formar parte del ADN de las empresas españolas de transporte de mercancías por carretera.

Sobre el autor

Ramón Valdivia es vicepresidente ejecutivo de Astic, miembro del Comité Ejecutivo de Presidencia de la Unión Internacional de Transporte por Carretera (IRU) y vocal de la Junta de Gobierno de la CEOE. Ingeniero Industrial por la Universidad Politécnica de Madrid, fue director general de Iveco entre 2005 y 2011, además de otras responsabilidades profesionales.

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