En esta época de movilidad sostenible estamos todos siendo bombardeados por noticias de camiones eléctricos y las pruebas que se hacen aquí y allí, todas por cierto con grandes marcas normalmente de operadores que no tienen camiones en propiedad.

Un movimiento impulsado por seguramente intereses que se nos escapan pero que no cesa de estar ahí aunque muchas veces parece más fantasía que realidad. Aquí los transportistas inquietos, emprendedores o visionarios intentamos avanzar con el movimiento y nos ponemos a ello. Nosotros conocemos nuestros clientes, conocemos las operativas, sabemos los problemas diarios a los que nos enfrentamos, sabemos dónde están los tiempos muertos, las necesidades de potencia, y todo lo sabemos porque cada día hacemos lo mismo y porque “joder” (perdón por la expresión) es nuestro medio de vida.

Frente a eso sólo necesitamos saber la potencia del camión, su consumo, la capacidad de las baterías, el tiempo de carga y los requerimientos para ello, el coste de mantenimiento del camión (el gran misterio de los vehículos eléctricos en general), y cómo no el coste de camión… porque del resto ya lo tenemos muy sabido.

En este momento es cuando preguntamos a los concesionarios y aparece la frase “esto es un proyecto de movilidad” y tienen que hacerte un estudio desde no sé dónde para darte la solución que necesitas desde algún país lejano que sólo hablan sueco (es un ejemplo), y que por supuesto lo primero que piden saber el tamaño de tu bolsillo (tranquilo que si no es grande no te contestarán)...

¿Qué quieren decirnos con esto? ¿Por qué no nos dicen el precio y ya? ¿Qué misterio tiene el camión eléctrico? No voy a conjeturar porque no sé si es que quieren transformarse en Tesla, Apple o lo que sea, porque yo me dedico a transportar.

Lo que tengo claro es que no podemos entrar en un modelo impuesto por los fabricantes en los cuales nos ofrezcan un vehículo todo incluido basado en una cuota mensual ajustada al tamaño de nuestro bolsillo y no a la realidad del producto que nos venden. Donde, además, la letra pequeña exonerará al fabricante de todo para evitarse reclamaciones posteriores del cliente.

Si llegamos al punto de tener el “proyecto de movilidad” seguramente la cifra sea tan absurda que no sepamos si es una broma o no han entendido todo lo que se les ha explicado en reuniones y reuniones sobre las necesidades y tipología del servicio… eso sí seguiremos sin saber nada de nada sobre lo que cuesta el vehículo.

Los transportistas son los que hacemos nuestro proyecto de transporte usando los medios tecnológicos posibles y viables según nuestras necesidades y la de nuestros clientes y si los fabricantes no saben, o no pueden, o aún no están en condiciones de darnos soluciones lo mejor es que lo digan y así dejamos de perder el tiempo en reuniones, charlas, y conferencias sobre la movilidad eléctrica cuando aún no estamos ni de lejos en disposición de ponerla en funcionamiento porque no hay camiones para ello. Eso sí si hay cifras pues que las digan y ya cada cual que decida si puede o no usar este tipo de vehículos.