Un camión eléctrico apenas supera los 350 kilómetros de autonomía, mientras que uno diésel logra 3.000, por lo que la electrificación no se puede dar todavía en el transporte pesado de mercancías. Ha sido uno de los argumentos que se han escuchado este jueves en la jornada Combustibles para una movilidad sostenible en el transporte pesado celebrada en Zaragoza. Allí se ha presentado un de la Organización Internacional del Transporte por Carretera (IRU) sobre Coste Total de Propiedad y emisiones de CO2 en los principales sistemas de propulsión para el transporte de mercancías por carretera.
“La descarbonización del transporte exige rentabilidad y un apoyo real para cumplir los objetivos climáticos”, ha defendido la responsable de planificación estratégica de la IRU, Natalia Corchado. La representante de IRU ha explicado que, a pesar de las enormes inversiones de la Unión Europea impulsadas por el Pacto Verde, la electrificación avanza lentamente en las áreas urbanas, y los vehículos de hidrógeno todavía no alcanzan niveles de producción significativos: “En este contexto, la diversificación tecnológica es clave para conseguir una reducción real y sostenible de las emisiones del transporte por carretera en Europa”. El informe completo todavía no está disponible.
La Fundación Corell también ha participado en esta jornado y su presidente, Marcos Basante, ha señalado que "la tecnología de electrificación en el transporte pesado no avanza al ritmo que se marcó, y su implantación no acaba de llegar". Ramón Valdivia, vicepresidente ejecutivo de la asociación de tranpsporte internacional Astic ha destacado que "Europa solo emite el 8% del CO2 mundial, pese a que somos la zona más restrictiva con el tema de los objetivos climáticos".
